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Una de las primeras palabras que aprendí en griego fue Θάλασσα: thálassa o, más simplemente, talasa: la mar.
 
 Muy lejos estaba todavía Πέλᾰγος, pélagos, altamar,
 al que le
 debemos nuestro archi-piélago, esa voz que originalmente quiere decir mar de mares. Tampoco conocía Πόντος, el ponto avinado de la Ilíada, el
 
 οἶνοψ πόντος
 
 de desconcertante hondura rojiza, como si se tratara del vientre de un animal.
 
 Tenia Θάλασσα. Un sustantivo que antes fue un nombre propio, la diosa que encarnaba el mar: madre de todos los peces y, si hacemos caso a Nono de Panópolis, también de Afrodita.
 
 Θάλασσα. Tres silabas, el rastro de algo muy antiguo, algo que anunciaba el continente de una lengua desconocida.
 
 Como un cometa que pregonara a su paso toda una nueva galaxia.
 
 O como el sonido de las olas cuando la playa aún no está a la vista.
 Al decirla, rompe en el dique de la boca, se filtra sibilante; tres sílabas que al terminar de pronunciarse retroceden y se encharcan en la garganta, esperando la próxima marea.
 
 El mar se dice mejor en palabras que no son nuestras.  
*
Una delle prime parole che ho imparato in greco è stata Θάλασσα: thálassa o, più semplicemente, talasa: il mare.
 
 Molto lontano c’era ancora Πέλᾰγος, pélagos, altomare,
 al quale 
 dobbiamo il nostro arcipelago, questa voce che originariamente vuol dire mare di mari. Inoltre non conoscevo Πόντος, il Ponto vinoso dell’Iliade, il 
 
 οἶνοψ πόντος
 
 di sconcertante profondità rossastra, come se fosse il ventre di un animale.
 
 Conoscevo Θάλασσα. Un sostantivo che un tempo era un nome proprio, la dea che incarnava il mare: madre di tutti i pesci e, se diamo retta a Nonno di Ponopoli, anche di Afrodite.
 
 Θάλασσα. Tre sillabe, la traccia di qualcosa molto antico, qualcosa che annunciava il continente di una lingua sconosciuta.
 
 Come una cometa che annuncia una nuova galassia.
 
 O come il suono delle onde quando la spiaggia ancora non si vede.
 Nel pronunciarla si rompe nella diga della bocca, si filtra sibilante; tre sillabe che alla fine si decompongono e si allagano nella gola, aspettando la prossima marea.
 
 Il mare si pronuncia meglio in parole che non sono nostre. 
  
*
 
No recordamos vivir lejos de las orillas.
 
 Las casas de los pueblos costeros, erguidos en una infancia inagotable.
 
 La pesca del día en las calles, el salitre pegado a cada gesto como
 una segunda piel, como un tercer olvido.
 
 El agua ensañada con las paredes. Agua roedora, soleada.
 
 El puerto acogiendo el mar, manos pedregosas hechas cuenco.
 
 El puerto ciego de tanta espuma.  
*
Non ricordiamo di vivere lontano dalle sponde.
 
 Le case dei villaggi costieri, innalzati in un’infanzia inesauribile.
 
 La pesca del giorno per le strade, il salnitro incollato ad ogni gesto come
 una seconda pelle, come una terza dimenticanza.
 
 L’acqua inferocita con le pareti. Acqua roditrice, soleggiata.
 
 Il porto accoglie il mare, mani pietrose diventate ciotola.
 
 Il porto cieco di tanta schiuma. 
  
*
 
El mar es, antes que cualquier otra cosa una catástrofe. En su sentido original de vuelco súbito, de cambio inesperado, de final repentino.
 
 Un cuerpo abrumador que se desploma. Imposibles de prever su rabia espumante, sus calmas espesas, su docilidad. Temible su quijada.
 
 Es por ello que los mareantes han buscado siempre conjurarlo, aplacarlo, sobornarlo. Es por ello que la historia de la navegación puede ser contada a través de su supersticiones, sus exorcismos, sus encantamientos.
 
 Antes del radar o el sonar, antes de la navegación satelital, estaba la navegación sacrificial.  
*
Il mare è, prima di ogni altra cosa, una catastrofe. Nel suo senso originale d’improvviso ribaltamento, di modifica inattesa, di finale repentino.
 
 Un corpo travolgente che sprofonda. Impossibile prevedere la sua rabbia spumeggiante, la sua densa calma, la sua docilità. Temibile la sua mascella.
 
 Ecco perché i navigatori hanno sempre cercato di evocarlo, placarlo, corromperlo. Ecco perché la storia della navigazione può essere raccontata attraverso le sue superstizioni, i suoi esorcismi, i suoi incantesimi.
 
 Prima del radar o del sonar, prima della navigazione satellitare, c’è stata la navigazione sacrificale. 
  
*
 
Cuando empieza a manifestarse el escorbuto, pequeñas bolas sanguinolentas brotan bajo la piel. Si las tocas mucho, revientan.
 
 Los brazos se desploman sin previo aviso. Las manos se aflojan y dejan caer lo que estén sosteniendo. Queda el miembro guindando, como si fuera de alguien más.
 
 Manchas púrpura colonizan las extremidades inferiores. Al principio son unas pocas, pero crecen con rapidez. Es la sangre estancada y aturdida.
 
 Hemorragias en los intersticios, en las articulaciones, bajo las uñas.
 
 Las encías se hinchan e infectan, los dientes se caen.
 
 Las heridas se niegan a cicatrizar; las pasadas se abren nuevamente. Algunos afirman que parecen bocas tomando aire para hablar.
 
 Edemas atestan el interior de las piernas. La piel y los ojos adquieren una tonalidad amarillenta. Una fiebre sin sol se arrastra por todo el cuerpo.  
*
Quando lo scorbuto inizia a manifestarsi, piccole bolle sanguinolente spuntano sotto la pelle. Scoppiano se le tocchi a lungo.
 
 Le braccia crollano senza preavviso. Le mani si allentano e lasciano cadere ciò che sorreggono. Il membro rimane a penzoloni, come se fosse di qualcun altro.
 
 Macchie viola colonizzano gli arti inferiori. All’inizio non sono tante, ma crescono alla svelta. È il sangue stordito e ristagnante.
 
 Emorragie agli interstizi, alle articolazioni, sotto le unghie.
 
 Le gengive si gonfiano e s’infettano, cadono i denti.
 
 Le ferite non riescono a cicatrizzarsi; quelle vecchie tornano ad aprirsi. Alcuni dicono che sembrano bocche in cerca d’aria per parlare.
 
 Edemi invadono l’interno delle gambe. La pelle e gli occhi acquisiscono una tonalità giallastra. Una febbre senza sole si introduce in tutto il corpo. 
  
*
 
Hafvalla es la palabra que en las viejas sagas nórdicas
 se usa para referirse a la desorientación en altamar
 
 eso que sucedía a los marinos cuando el cielo
 se les quedaba quieto como animal patas arriba
 
 y el nervio tenso de las corrientes los estacionaba
 en mares de nadie.
 
 El sol frota las manos con su cal
 y baja por la garganta como sebo áspero
 y deja líquenes en los ojos para que
 
 veamos serpientes en la curva de las olas
 y encontremos espinas desconcertantes en los peces
 comidos crudos.  
*
Hafvalla è la parola che nelle antiche saghe nordiche
 si usa per indicare il disorientamento in alto mare
 
 quello che accadeva ai marinai quando il cielo
 restava quieto come un animale sottosopra
 
 e il nervo teso delle correnti li parcheggiava
 in acque di nessuno.
 
 Il sole strofina le mani con la sua calce
 e scende giù per la gola come un sebo aspro
 e lascia licheni negli occhi per farci 
 
 vedere serpenti nella curva delle onde
 e trovare spine sconvolgenti nei pesci
 divorati crudi. 
  
VOX MEA MUTA SONO: DONDE OVIDIO MONOLOGA
 (Tristia, Publio Ovidio Nasón)
 
No quiero decir que valgo mi peso en oro,
 porque entonces me hundiría en el mar.
 No quiero decir que valgo mi peso en sal, porque
 el mar me reclamaría como suyo.
 No quiero decir que valgo mi peso en sudor,
 porque el mar me creería una ola extraviada en tierra.
 No quiero decir que valgo mi peso en orina,
 porque el mar me confundiría con la saliva ácida
 de los tiburones. No quiero decir que valgo
 mi peso en tinta, porque el mar me tomaría
 por el miedo de los pulpos. No quiero
 decir que valgo mi peso en sueño, porque
 el mar entendería que soy una de las criaturas
 contrahechas que pueblan sus profundidades.
 No quiero decir que valgo mi peso en huesos,
 porque el mar me colgaría de los acantilados
 que ama roer. No quiero decir que valgo mi
 peso en grasa, porque el mar me molería en espuma.
 No quiero decir que valgo mi peso en sangre,
 porque el mar me usaría para teñir sus corales díscolos.
 No quiero decir que valgo mi peso en aliento, porque
 el mar pondría mis pulmones entre sus medusas.  
VOX MEA MUTA SONO(*): DOVE OVIDIO MONOLOGA
 (Tristia, di Publio Ovidio Nasone)
Non voglio dire che valgo il mio peso in oro, 
 perché allora affonderei nel mare. 
 Non voglio dire che valgo il mio peso in sale, perché 
 il mare mi reclamerebbe come suo. 
 Non voglio dire che valgo il mio peso in sudore, 
 perché il mare mi crederebbe un’onda smarrita sulla terra. 
 Non voglio dire che valgo il mio peso in urina, 
 perché il mare mi confonderebbe con l’acida saliva 
 degli squali. Non voglio dire che valgo 
 il mio peso in inchiostro, perché il mare mi prenderebbe 
 per la tristezza e la paura dei polipi. Non voglio
 dire che valgo il mio peso in sogno, perché 
 il mare capirebbe che sono una delle creature 
 contraffatte che popolano le sue profondità. 
 Non voglio dire che valgo il mio peso in ossa, 
 perché il mare mi appenderebbe alle scogliere 
 che ama sgretolare. Non voglio dire che valgo il mio 
 peso in grasso, perché il mare mi macinerebbe in schiuma. 
 Non voglio dire che valgo il mio peso in sangue, 
 perché il mare mi userebbe per tingere i suoi vivaci coralli. 
 Non voglio dire che valgo il mio peso in alito, perché 
 il mare metterebbe i miei polmoni tra le sue meduse.
 (*) “Ai natii suoni muto”, Ovidio, Tristia, Lib. V/7. 
  
BARBARUS HIC EGO SUM
 (Tristia, Publio Ovidio Nasón)
 
Aquí no hay quien me escuche, quien
 sepa lo que significan mis palabras. Todo
 es habla salvaje y voces animales,
 
 todo es el terror de lenguas extrañas.
 
 Siento que he olvidado el latín,
 que sólo se hablar como los getas y los sármatas,
 ya solo se expresarme
 en esta lengua de devociones elementales,
 
 que no sirve para cubrir
 ni para quitarle el frío a nadie,
 
 esta lengua que pertenece a gentes
 que hacen música sacudiendo rocas y ramas,
 que tienen nombres como el sonido del hielo
 cuando cede y se quiebra,
 
 que creen que el mundo descansa
 sobre mil caballos galopantes.
 
 Aquí el latín es inútil
 como una carta náutica
 desteñida por el sol.  
BARBARUS HIC EGO SUM (*)
 (Tristia, di Publio Ovidio Nasone)
Qui non c’è chi mi ascolti, chi 
 sappia cosa vogliano dire le mie parole. Tutto 
 è linguaggio selvaggio e voci animali, 
 
 intatto è il terrore di lingue estranee. 
 
 Mi sembra di aver scordato il latino, 
 che riesco solo a parlare come i sármati e i daci, 
 ormai riesco solo a esprimermi 
 in questa lingua di devozioni elementari, 
 
 che non serve a coprire 
 né a togliere il freddo a qualcuno, 
 
 questa lingua che appartiene a genti 
 che fanno musica scuotendo ossa e rami, 
 che hanno nomi come il suono del ghiaccio 
 quando crolla e si spezza, 
 
 che credono che il mondo riposi 
 su mille cavalli galoppanti. 
 
 Qui è inutile il latino 
 come una carta nautica 
 scolorita dal sole.
 “Sono il barbaro di questi luoghi”, Ovidio, Tristia, Lib. V/10. 
  
DONDE OVIDIO SUEÑA CON MEDEA
 (Tristia, Publio Ovidio  Nasone)
 
Anoche
 soñé con Medea.
 Veía como despedazaba
 a su hermano, como
 lanzaba sus miembros al mar.
 
 Medea descalza
 como un cuchillo
 o como el viento  
DOVE OVIDIO SOGNA MEDEA
 (Tristia, Publio Ovidio Nasone)
Ieri notte
 ho sognato Medea.
 Vedevo come squartava 
 suo fratello, come
 lanciava le sue membra al mare.
 
 Medea scalza 
 come un coltello
 o come il vento. 
  
CARMINIBUS QUAERO MISERARUM OBLIVIA RERUM
 (Tristia, Publio Ovidio Nasón)
 
En Tomis
 volví a aprender del miedo
 
 cuando escuché por primera vez
 a los bárbaros y sus tambores
 
 y sus voces desnudas por el frío
 
 y vi sus fuegos encenderse a lo lejos,
 en la noche, como luces provenientes
 del fondo del océano.
 
 Entonces fui de nuevo un niño,
 pero enfundado en el cuerpo
 de un hombre abrumado y lejano,
 
 ese niño que escucha las olas
 antes de verlas.
 
 Hablo
 para drenar ese mar.  
CARMINIBUS QUAERO MISERARUM OBLIVIA RERUM(*)
 (Tristia, di Publio Ovidio Nasone)
A Tomis (**)
 sono tornato a conoscere dalla paura 
 
 quando ho ascoltato per la prima volta 
 i barbari e i loro tamburi 
 
 e le loro voci spogliate dal freddo 
 
 e ho visto i loro fuochi accendersi in lontananza, 
 nella notte, come luci provenienti 
 dal fondo dell’oceano. 
 
 Allora sono tornato bambino, 
 ma fasciato nel corpo 
 di un uomo spossato e lontano, 
 
 quel bambino che ascolta le onde 
 prima di vederle. 
 
 Parlo 
 per prosciugare quel mare.
 (*) “Con la poesia provo a dimenticare le disgrazie”, Ovidio, Tristia, Lib. V/7.
  (**) In Romania, l’attuale Costanza. 
  
IN EXTREMIS IGNOTI PARTIBUS ORBIS
 (Tristia, Publio Ovidio Nasón)
 
Aquí he tenido que aprender
 a caminar bajo el agua,
 
 a convivir con los lentos animales pálidos
 de la hondura, a compartir
 su ceguera prehistórica.
 
 Los recuerdos pasan allá arriba, sobre mi cabeza,
 remotos
 como barcos en la noche,
 
 y aquí abajo todo vocablo es una piedra
 lanzada en las circunstancias infinitas
 del fondo de un naufragio.
 
 Hablo a solas para no olvidar mi lengua:
 
 habito el ultimo borde
 del orbe,
 tierra de mi tierra remota.  
IN EXTREMIS IGNOTI PARTIBUS ORBIS (*)
 (Tristia, di Publio Ovidio Nasone)
Qui ho dovuto imparare 
 a camminare sott’acqua, 
 
 a convivere coi lenti, pallidi animali
 della profondità, a condividere 
 la loro preistorica cecità. 
 
 I ricordi passano lassù, sulla mia testa, 
 lontani 
 come barche nella notte, 
 
 e qui sotto ogni vocabolo è una pietra 
 lanciata nelle circostanze infinite 
 dal fondo di un naufragio. 
 
 Parlo da solo per non dimenticare la mia lingua: 
 
 vivo sull’ultimo bordo 
 del globo, 
 terra della mia remota terra.
 “Ai margini di un mondo sconosciuto”, Ovidio, Tristia, Lib. III/3. 
  
*
 
El clavadista es la imagen antitética del escafandrista, su doble invertido.
 
 Ante la casi entera desnudez del clavadista, el pesado traje del escafandrista: el metal, los tornillos, las mallas.
 
 Ante la movilidad del clavadista, su labilidad de pez, las botas herradas del escafandrista, sus gestos remotos incluso para sí mismo.
 
 Ante el clavado y el vértigo, la torpe zambullida, lenta, como de ancla abandonada.
 
 Ante la respiración contenida, pulmones cerrados sobre el aire de la superficie como un lejano recuerdo de otro mundo, la memoria umbilical del escafandrista que no le permite ignorar su procedencia, fingirse uno más entre los peces.
 
 Ante el olvido, el recuerdo; ante la fugacidad, la calma ralentizada.
 
 El escafandrista es el primer ser humano en descubrir
 que para salir de este mundo no hay que abandonarlo, sino sumergirse.  
*
Il tuffatore è l’immagine antitetica del palombaro, il suo doppio invertito.
 
 Di fronte alla quasi completa nudità del tuffatore, il pesante costume del palombaro: il metallo, le viti, le maglie.
 
 Di fronte alla mobilità del tuffatore, la sua labilità di pesce, gli stivali blindati del palombaro, i suoi gesti remoti anche per sé stesso.
 
 Di fronte al tuffo e alle vertigini, la maldestra immersione, lenta, come un’àncora abbandonata.
 
 Di fronte alla respirazione trattenuta, i polmoni chiusi all’aria di superficie come un lontano ricordo di un altro mondo, la memoria ombelicale del palombaro che non gli permette di ignorare la sua provenienza, di fingersi un pesce qualsiasi.
 
 Davanti all’oblio, il ricordo; davanti alla fugacità, la calma rallentata.
 
 Il palombaro è il primo essere umano ad aver scoperto
 che per uscire da questo mondo non occorre abbandonarlo, bensì immergersi in esso. 
  
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Dice Clitemnestra en Agamenón de Esquilo:
 
 ἔστιν θάλασσα, τίς δέ νιν κατασβέσει
 
 el mar entero, ¿quién lo podrá agotar?
 
 El mar siempre es un nombre extranjero, el nombre de algo o alguien más.
 
 Escucharlo puede ser pasar los dedos por una cervical despojada de piel: relieve de dureza inesperada.
 
 Nombres ajenos, algunos olvidados, como ensordecidos por la circulación de la sangre, como tragados por el estruendo de los árboles al crecer. Palabras que nos pronuncian aunque no las sepamos.
 
 Y bajo ellas, bajo la historia terca de estas voces, insistente
 el agua, su imperio ciego.  
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Dice Clitemnestra in Agamennone di Eschilo:
 
 ἔστιν θάλασσα, τίς δέ νιν κατασβέσει
 
 tutto il mare, chi potrà mai prosciugarlo?
 
 Il mare è sempre un nome straniero, il nome di qualcosa o qualcun altro.
 
 Ascoltarlo può voler dire passare le dita su una cervicale priva di pelle: rilievo di inaspettata durezza.
 
 Nomi estranei, alcuni dimenticati, come resi sordi dalla circolazione del sangue, come inghiottiti dal fragore degli alberi quando crescono. Parole che ci rivelano anche se non le conosciamo.
 
 E sotto di loro, sotto la storia testarda di queste voci, l’acqua
 insistente, il suo impero cieco.
 
  
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